“Mañana quieren que vayamos en misión suicida. Voy a entregar mi arma para no tener que ir. Probablemente me torturarán y me enviarán a prisión, pero prefiero salvar mi vida»” A mediados de diciembre, en uno de sus últimos mensajes, “Samuel” (nombre ficticio) explicaba lo harto que estaba.
Unas semanas antes, lo contactamos, se encontraba en la enfermerÃa del campamento de su unidad en una región del este de Ucrania que no especificaremos, por motivos de seguridad. Se trata de una nueva lesión para el hombre que acababa de curar una grave herida en el brazo en un hospital militar tras un ataque con drones.
Pero Samuel nos advierte: “AquÃ, en cuanto podemos caminar, nos envÃan al frente. Y los africanos están en primera lÃnea. Los rusos se quedan en el campamento, y envÃan a los negros y a los internacionales al frente para ocupar y avanzar. Pero con cada ganancia, hay un costo, particularmente las minas, que nos diezman”.
“Un viaje a través del valle de la oscuridad y la muerte”
Para Samuel, la historia comienza en mayo de 2024. Formado como cientÃfico y habiendo trabajado para el Ministerio de Tierras, Catastro y Asuntos Territoriales (Mindcaf), recibe una llamada de uno de sus amigos, con el que ya habÃa compartido sus sueños de expatriación: “Patrice” [el nombre de pila también ha sido cambiado, nota del editor] me preguntó cómo estaba, si todavÃa querÃa dejar el paÃs y trabajar en el extranjero. Cansado de un trabajo mal pagado en Yaundé (capital de Camerún), no lo dudó: “Aquel dÃa, en mi habitación, no sabÃa que acababa de aceptar un viaje al valle de las tinieblas y de la muerte”.
“Me dijo que era en Rusia, pero que no tenÃa ningún detalle, aparte del sueldo, que le habÃan prometido que serÃa enorme”, cuenta Samuel. Estaba en contacto con una mujer que se encargaba del papeleo, asà que lo único que tuve que hacer fue enviar una foto de mi pasaporte. Me dijo que una vez en Moscú me cambiarÃan el pasaporte por uno ruso que me permitirÃa viajar y trabajar. Me explicó que era en un campamento militar, y que yo serÃa como un portero con tareas como limpiar y cocinar. Cuando me habló del sueldo y las primas, se me iluminaron los ojos. Mi madre y yo juntamos 2,5 millones de francos CFA y me fui con Patrice, que también habÃa dejado su trabajo, y otras tres personas”.
Samuel compartió con nosotros el nombre y el número de teléfono de la agencia en cuestión, que no publicamos y con la que no hemos contactado para no exponerla. También compartió una foto de un grupo de personas deseándole “buen viaje” detrás de la pancarta de la agencia en el aeropuerto de Yaundé. En su página de Facebook, creada apenas en enero de 2024, esta agencia ofrece una amplia gama de asistencia para la obtención de visados a varios destinos, entre ellos Rusia, “sin prueba de idioma” y “a precios asequibles”.
Pero una vez en Rusia, Samuel se llevó una gran sorpresa: no fue un juego de cacerolas ni un kit de limpieza lo que le entregaron, sino un Kalashnikov, muy a su pesar. En el campamento donde se aloja durante unas semanas de clases, se codea con muchos magrebÃes y subsaharianos.
Las autoridades consulares camerunesas “encubren” el tráfico de seres humanos
Samuel se encontró de uniforme, sin saber exactamente para quién luchaba ni en qué unidad: “Los contratos que nos hicieron firmar estaban adulterados. No tenemos copia del documento, no cobramos el sueldo que se suponÃa que debÃamos cobrar. Al parecer, el comandante ruso que nos hizo firmar se queda con una parte, asà que es toda una cadena”. Samuel dice que se ha puesto en contacto con la embajada de Camerún para hablar de su situación, pero en vano: “Niegan tener conocimiento de nuestra presencia aquÃ, a pesar de que somos muchos. Están encubriendo el tráfico de personas”.
Apunta contra la diplomacia de su paÃs, a la que considera cómplice – “a nuestros gobiernos les importamos un bledo y nunca vendrán a buscarnos”- y recuerda que India ha conseguido la repatriación de 45 ciudadanos vÃctimas de engaños similares, tras haber denunciado públicamente estos reclutamientos.
Contactado por RFI, el Ministerio camerunés de Relaciones Exteriores aún no ha respondido a nuestras peticiones de más detalles.
En el entrenamiento y luego en el frente, Samuel hizo amistad con otros cameruneses, y nos transmitió mensajes de la mujer de uno de ellos, que le imploraba que le diera noticias de su marido.
Contactada por teléfono, con un bebé de menos de un año en brazos, nos cuenta: “Sus padres tenÃan graves problemas de salud, asà que él quiso marcharse para intentar encontrar la manera de ayudar a su familia. Encontró una agencia que le habló de un trabajo en Rusia. Se fue en junio, sin dar más detalles. Entonces me di cuenta de que le habÃan ofrecido un trabajo en el ejército, y que habÃa firmado un contrato de un año. DebÃa hacer cuatro meses de entrenamiento, pero a finales de julio me dijo que estaba en Ucrania y que se iba a una misión de diez dÃas, y que me avisarÃa cuando volviera. Me dijo que rezara por él. No he vuelto a saber de él”.
“Quien se eche atrás será torturado”
Samuel describe varias fotos en las que aparece en pequeños grupos con “malienses y gambianos” en una foto, y entre “dos egipcios” en otra. “Uno murió en un bombardeo, el otro no sé cuál es su situación actual”. Por último, menciona a Patrice, “su amigo de muchos años”, que también murió “dejando cuatro hijos. Su mujer me llama, no sé qué decirle, era como un hermano, me duele mucho”. Del grupo de cinco que embarcaron en el mismo avión en Yaundé, tres murieron, mientras que otro escapó con una herida.
La realidad de los combates es un shock para este hombre que dice “no haber disparado un arma en su vida antes de venir aquÔ. Los ucranianos están librando una guerra de terror, evitando el contacto para salvar sus fuerzas frente a un ejército ruso que no tiene reparos en enviar a sus auxiliares extranjeros a la refriega. “Nunca he visto a un ucraniano desde que estoy aquÔ, dice Samuel. “Conozco a gente que lleva aquà dos años, nunca han visto a un ucraniano con sus propios ojos, nunca han disparado una bala contra nadie, ni siquiera hay enemigos. Ellos [los ucranianos] se esconden, huyen de nosotros, nos envÃan drones con bombas enormes, eso es lo que te mata, junto con las minas. Y tenemos que avanzar, no se nos permite retroceder. ‘Los rusos no retroceden’, dicen. Si te echas atrás, te torturan. Tenemos que avanzar para ocupar el terreno. Pero estamos muy mal equipados. Los rusos tienen máquinas para interferir las ondas de los drones, pero eso sólo lo usan para ellos. Nos envÃan a luchar y morir sin nada”.
Aunque es difÃcil verificar las cifras de pérdidas humanas en el conflicto ucraniano, la proporción es claramente desfavorable para Rusia y su estrategia de “carne de cañón”. Un reciente informe de un instituto estadounidense estimaba que cada kilómetro cuadrado ganado por los rusos costaba más de 50 vidas. El ejército británico, por su parte, estimó que 45.680 rusos habrÃan muerto en noviembre de 2024, un récord desde el inicio de la invasión.
“Ves cientos de cuerpos putrefactos y los pisas”
En estas condiciones, empujados a primera lÃnea, pistola en mano, pero también a punta de pistola, por sus oficiales de los grupos paramilitares contratados por el Kremlin, los “reclutas” africanos no dudan en utilizar estrategias radicales para evitar la carnicerÃa. “He visto a gente pegarse un tiro en la mano para evitar ir al frente y llegar al hospital”, cuenta Samuel. “Incluso me escondà entre los muertos para evitar los drones. Pasamos semanas sin comer, escondidos. Por eso lo denuncio”.
¿Cuántas personas están en su situación, atraÃdas por falsas promesas? Es imposible saberlo, pero las cuentas se multiplican: en Nepal, en marzo de 2024 se habÃa identificado a un millar.
En mayo, un informe de los servicios de inteligencia ucranianos, retransmitido por la publicación Kyiv Independent, mencionaba el reclutamiento en Somalia, Uganda, Burundi y Ruanda: “Se les promete una prima de contratación de 2.000 dólares, un salario mensual de 2.200 dólares, un seguro médico y pasaportes rusos para ellos y sus familias”.
En septiembre, este medio publicó un video con los testimonios de un somalà y un sierraleonés hechos prisioneros por el ejército ucraniano.
Son condiciones atractivas para jóvenes sin trabajo en economÃas en crisis, como Samuel, que, a pesar de su diploma de técnico de laboratorio, se ganaba la vida instalando aparatos de aire acondicionado.
En septiembre, un grupo de catorce ghaneses testificó en un vÃdeo difundido por la televisión nacional. Afirmaron haber sido atraÃdos y engañados por uno de sus compatriotas, ex futbolista. También en este caso, los contratos se firmaron bajo coacción.
En otro relato, recogido por el medio Jeune Afrique, un centroafricano que pudo huir a Letonia afirma haber sido reclutado directamente en Bangui por mercenarios Wagner mientras se encontraba bajo custodia policial. Un paramilitar habrÃa “comprado” su liberación por varios cientos de miles de francos CFA, a cambio de firmar un contrato para una “empresa de seguridad”. En diciembre de 2023, voló a Rusia con otros ex detenidos centroafricanos, formando parte de un grupo de entre 300 y 400 subsaharianos, según su testimonio. Estas declaraciones suscitaron un comunicado de insatisfacción de la fiscalÃa de la República Centroafricana, que denunció la información como “carente de toda verosimilitud y fundamento jurÃdico”. La fiscalÃa afirmó que “nunca ha habido reclutamiento de personas bajo custodia policial en las unidades de policÃa judicial de la República Centroafricana”.
“Los africanos ya no deben venir aquà a morir”
Junto a estos pocos miles de reclutas engañados, perdidos en el Donbass, también hay voluntarios, como Jean Claude Sangwa, estudiante congoleño en Lugansk, en una región del este de Ucrania ocupada desde 2014, y magnificada por las redes rusas en 2022. También aquà es imposible cuantificar.
En marzo de 2022, el periodista nigeriano Philip Obaji escribió en la publicación estadounidense Daily Beast que unos 200 “rusos negros”, ex rebeldes de la República Centroafricana que habÃan cambiado de lealtad y habÃan sido entrenados por Wagner, habÃan sido enviados a Rusia. Esta información ha sido facilitada por funcionarios centroafricanos, pero no hemos podido confirmarla en ningún otro sitio.
Philip Obaji también afirmó posteriormente que los detenidos centroafricanos, incluidos los culpables de delitos graves, habÃan sido liberados para servir en el frente ucraniano, siguiendo el ejemplo del reclutamiento masivo en las cárceles rusas por parte del grupo mercenario.
Por ejemplo, un joven zambiano y otro tanzano fueron detenidos cerca de Moscú y vistieron el uniforme de Wagner, antes de morir en Ucrania a finales de 2022. Fueron recibidos por el jefe de la empresa, Yevgeny Prigozhin, ya fallecido.
Voluntarios o no, motivados o no, sus condiciones siguen siendo extremadamente precarias en el frente oriental ucraniano. Y no es cuestión de quejarse: los mercenarios rusos no dudan en publicar videos de los malos tratos infligidos a los rebeldes y desertores, incluida la muerte a mazazos, la herramienta favorita de los hombres de Wagner.
Samuel sabe que, si lo descubren, lo matarán. Pero dice estar dispuesto a correr el riesgo: “Lo que quiero es alertar a los africanos que viajan a Rusia, para que comprendan que están siendo utilizados. Les están mintiendo para que vengan aquÃ. Quiero contarle a la gente lo que está pasando, para que lo sepan, para que se detenga, para que los africanos dejen de venir aquà a morir. He perdido a seres queridos. Venimos aquà a morir en una guerra que no sabemos de dónde viene ni por qué empezó. Me gustarÃa contar mi parte de la historia cuando termine.



