Por más levantiscos que hayan sido San Francisco de MacorÃs y Salcedo, el gran apoyo encontrado por la huelga de 48 horas en ambos municipios transmite un mensaje que las autoridades no pueden soslayar.
Además de las presiones que pudieran ejercer los convocantes y el miedo de la población a posibles actos de violencia, el movimiento también refleja el descontento con el cumplimiento de promesas y el deterioro de las condiciones de vida.
El Gobierno militarizó los municipios para evitar desórdenes, pero aún asà se registraron quemas de neumáticos e incidentes menores.
Tras finalizar el paro en demanda de varias obras el Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) reclamó la liberación de los detenidos y otorgó un plazo para que se satisfagan sus principales demandas.
La gran acogida del movimiento en las dos ciudades tiene que invitar a reflexionar a las autoridades sobre su relación y las necesidades de los habitantes de las comunidades.
No siempre se han cumplido en más de un 90 % paros en ninguna demarcación como ocurrió en Salcedo y San Francisco de MacorÃs. El mensaje puede ser muy elocuente: la gente no está conforme con la situación, sin importar la incapacidad del Gobierno para enfrentarla con la celeridad que reclaman los promotores de los movimientos.
Tras la expresión lo más conveniente es que el Gobierno se aboque a negociar para evitar que los movimientos puedan propagarse por otras comunidades.