Este análisis busca defender la integridad del Himno, criticar la acción en cuestión y examinar las implicaciones legales y sociales que conlleva, siempre respetando la orientación sexual de los autores.
El Himno Nacional es más que una canción a la Patria; es un pilar fundamental de la identidad dominicana, porque representa la historia, las luchas, los sacrificios y los ideales que unen a la nación.
El Himno de República Dominicana, con la letra de Emilio Prud´Homme y la música de José Reyes, evoca el espíritu de la independencia y la soberanía.
Su valor radica en su capacidad para inspirar unidad y respeto por la patria. Alterar su letra no es solo un acto de protesta, sino un ataque a la memoria colectiva y a los cimientos que nos definen como dominicanos.
El colectivo, al sustituir los versos originales por otros con enfoque en su identidad de género y orientación sexual, no solo desvirtuó el mensaje histórico del Himno, sino que también ignoró la Constitución dominicana.
El artículo 33 de nuestra Carta Magna es claro y categórico: el Himno Nacional es "único e invariable".
Además, la Ley No. 210-19 sobre los Símbolos Patrios refuerza esta posición, calificando explícitamente como ultraje la acción de "cambiar su letra y tiempo musical" (artículo 39, numeral 1). Este acto, por lo tanto, no puede ser considerado una simple protesta cultural o artística.
Es, en esencia, una violación directa y consciente de las leyes que protegen nuestra identidad como nación.
La falta de una respuesta legal contundente ante un suceso así podría sentar un precedente peligroso, animando a la violación de otros símbolos patrios. Afortunadamente, la justicia dominicana ha tomado cartas en el asunto
La ley, en su artículo 47, prevé sanciones de prisión y multas para quienes cometan este tipo de ultrajes, y el Ministerio Público tiene la facultad de actuar de oficio (artículo 45).
Es imperativo que las autoridades apliquen las consecuencias legales establecidas para estos actos.
Es crucial entender que la protección de nuestros símbolos nacionales no es una forma de represión a la libertad de expresión, sino un acto de defensa de nuestra soberanía y herencia.
La libertad de expresión no es un derecho absoluto y tiene límites, especialmente cuando atenta contra los pilares que nos unen como nación.
Es fundamental separar la condena de este acto del respeto a la orientación sexual de los autores.
Es preciso adelantar aquí que esta crítica no se dirige a su identidad, sino a su decisión de violar las leyes que protegen nuestros símbolos patrios.
Aun considerando que la lucha por los derechos y la visibilidad de la comunidad LGBT es legítima y merece ser respetada, esa misma lucha debe llevarse a cabo por vías que no atenten contra los cimientos legales y culturales de la nación.
Este incidente nos recuerda que, como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de proteger nuestra herencia cultural y jurídica.
Respetar el Himno Nacional es un deber cívico que nos une a todos, independientemente de nuestras diferencias individuales.