El presidente defendió la importancia de la reforma, alegando que su gobierno asumió un desafío que otros habían eludido para “preservar su popularidad”, pero que su administración prefirió enfrentar con "responsabilidad y valentía".
Entre los objetivos del proyecto, se encontraba la implementación de una ley de responsabilidad fiscal, la eliminación de instituciones innecesarias y la mejora de la eficiencia del gasto público. No obstante, Abinader reconoció que la respuesta de la ciudadanía fue contraria a lo esperado, generando un ambiente de insatisfacción.
“Escuchar es un signo de fortaleza. Y yo soy un presidente que escucha”, declaró Abinader, al tiempo que destacó que esta decisión no se tomó desde una posición de debilidad, sino como una muestra de “sensibilidad hacia el sentir del pueblo dominicano”. “No estoy aislado. No vivo en una burbuja”, afirmó, aludiendo a la percepción de descontento que ha sentido en sus recorridos por el país y a través de las múltiples plataformas de comunicación.
Indicó que la decisión de retirar el proyecto también implica un ajuste en los planes de desarrollo del gobierno, alegando que deberán buscar alternativas para alcanzar los objetivos de mejora económica y social que se habían trazado con la propuesta de modernización fiscal.